miércoles, 2 de mayo de 2007

segundo misterio doloroso: transantiago

Segundo misterio doloroso: La flagelación del Transantiago


El hombre es conducido, pero esta vez no es la soledad, la tristeza o la angustia, el sinsentido de la vida. La historia comienza así…

Tú creías que la vida era simple. Que era cosa de tener un trabajo y asistir cada mañana, cuidando de hacer bien la pega y no faltar. Creías que todo dependía de ti, una especie de moral, unos principios que respetar y todo saldría bien. ¡Juajalajajala! Fíjate que no. Camina hasta el paradero, apréndete el mapa. Visita el sitio www. Transantiago.cl. Qué no tienes computador, que no tienes Internet. ¡Viejo querido, qué culpa tienen las autoridades de que tú seas tan pobre! Ya llegará el bus que te sirve o ese que crees que te sirve, no es un bus como el que estabas acostumbrado por años. No es de color amarillo como los plátanos: insípidos e indigestos. El de ahora es un bus inteligente y creativo porque principalmente no repara en la frivolidad del sentimiento humano, está concebido como una vanguardia del transporte urbano, se controla por computadoras, se habla de frecuencias, de recorridos únicos, de paraderos inquebrantables. Hasta sus colores son un signo de algo. (Los significados de los signos más trascendentes de la vida son siempre ignotos, desconocidos, misteriosos. Esa es su principal fortaleza). Tú no alcanzas a comprenderlo porque la tecnología a veces nos hace inferiores a las cosas. Es como cuando estás frente al los relojes flácidos y surrealistas de Van Gogh. No entiendes nada porque la obra es superior a ti y dices: eso no me gusta. Pero no te gusta porque no entiendes el genio creador. Igual pasa con el transantiago, nadie lo entiende, pero es algo superior por ser ininteligible.
Te subes al bus como puedes, hay muchos que tienen la misma aspiración, todos quieren hacer lo mismo y allí entre forcejeos y patadas, estás dentro. Dentro se respira la tecnología, el suave desplazamiento, hay asientos mullidos, grandes espacios, escaleras para discapacitados, no importa que no alcances a ver ninguna de estas cosas, pero debe alegrarte saber que existan. Pero no seamos exagerados, algo alcanzas a ver, por el portillo que de deja el codo de la señora que va delante de ti o entre la mochila del escolar que te va presionando el cuello, si te inclinas un poco podrás ver la maravilla, entendemos que inclinarse es toda una aventura. Eso es lo maravilloso del vínculo humano, nunca antes te habías sentido tan cerca de las personas, oliendo su perfume, casi compartiendo sus sentimientos, un encuentro de almas que llega al éxtasis. Un poco apretado, es cierto, pero con esa sensación de proximidad en donde somos todos iguales, nos confundimos entre chalecos, bufandas y estornudos. Además nos sabemos pasajeros así como la vida misma en esta dimensión de tiempo y espacio.